Cuando pones la proa visionaria hacia una estrella y tiendes el ala hacia tal excelsitud inasible, afanoso de perfección y rebelde á la mediocridad, llevas en ti el resorte misterioso de un Ideal. Es ascua sagrada, capaz de templarte para grandes acciones. Custódiala; si la dejas apagar no se reenciende jamás. Y si ella muere en ti quedas inerte: fría bazofia humana. Sólo vives por esa partícula de ensueño que te sobrepone á lo real. Ella es el lis de tu blasón, el penacho de tu temperamento.