Continuación de la anterior novela De la Tierra a la Luna, donde dejamos a nuestros simpáticos personajes metidos en una gigantesca bala de cañón rumbo a la Luna. Julio Verne no quiso dejarnos con la duda sobre el destino de sus personajes, y escribió esta novela para cerrar la aventura. El proyectil, dotado de todas las comodidades de la época, siguió su curso, no sin ciertos percances debidos a la ausencia de gravedad, que luego han resultado sorprendentemente reales. Cómo lograron llegar, ver y volver, es el secreto que el autor desvela a los lectores. Verne crea personajes entrañables y, sobre todo, consigue adelantarse al futuro de un modo sorprendente. La imaginación y espíritu pedagógico de Julio Verne puede ser de gran ayuda para despertar el interés práctico hacia las matemáticas, la física, la química o la geografía.