En La balada del mar salado, una de las muchas obras maestras de Hugo Pratt, se entretejen varias historias cuyos protagonistas se han convertido en fi guras casi legendarias: la bella Pandora, su primo Caín, el misterioso monje, el feroz pirata Rasputín, el teniente Slutter, los polinesios Cranio y Tarao, y cómo no, Corto Maltés, el marino errante.
La narración adquiere un ritmo sorprendentemente moderno y desarrolla una atmósfera extraordinaria que subraya el dibujo, de una fuerza insólita. Todo comienza en 1913, en los lejanos mares del Sur, en una época en la que, pese al acre aroma a sangre y pólvora de la Primera Guerra Mundial, aún se mantenían vivos los ideales románticos de un siglo XIX que se resistía a desaparecer.