Es muy diferente ser conocidos que ser amigos. La verdadera amistad educa en el arte de vivir, y así lo han defendido las personas más sabias a través de los tiempos, pero es un tesoro que se puede romper si no se protege. Estas páginas muestran cómo transformar las amistades en relaciones que nos mejoren, evitando la superficialidad y la frivolidad y potenciando una profunda unión de mente y corazón. La buena amistad lleva consigo un crecimiento emocional y espiritual. Los casados encontrarán aquí nuevas formas de apreciar el regalo de vivir en pareja. Quienes poseen ya amistades maduras —entre ellas, la amistad con Dios—, descubrirán formas de enriquecerlas.