Gabe Trevino había ido al rancho Sandbur para entrenar caballos, no para enamorarse de la hija de la jefa. La seductora heredera podía montar a caballo tan bien como cualquier hombre, pero ocultaba algo y le estaba tentando a que descubriera el enigma que suponía aquella bella y vulnerable mujer.
Mercedes sabía que no debía confiar en aquel guapo vaquero. Había regresado a Texas para comenzar de nuevo en el rancho que amaba, y el nuevo entrenador de caballos del Sandbur podía romperle el corazón fácilmente.