Ronan Hall, un abogado de divorcios increíblemente atractivo, arruinó la reputación de Muriel Sanz para conseguir un acuerdo más sustancioso para su ex. Ella, en venganza, quiso destruir su carrera. Tendrían que haberse odiado, pero no podían dejar de tocarse ni de besarse. Si no se destrozaban en los tribunales, era posible que lo hicieran en el dormitorio…