No podía olvidarse de su melena pelirroja, su piel suave y sus ojos verdes… El mejor amigo de Alex había muerto, pero él no podía quitarse de la cabeza que Cassandra había sido su esposa. Cassandra era la mujer prohibida a la que había deseado desde el primer momento en que la había visto hacía ya seis años. La mujer con la que se había casado su mejor amigo, la mujer que estaba reconstruyendo el pequeño hotel de Alex… y quizá también su maltrecho corazón.