Lucy Steadman no estaba dispuesta a dejarse intimidar por el poderoso italiano Lorenzo Zanelli. Tal vez él tuviera el futuro de la empresa familiar en sus manos, pero no pensaba someterse a sus demandas.
Como artista, Lucy sabía ver lo que ocultaba la belleza; Lorenzo podía ser increíblemente apuesto, pero su alma estaba ennegrecida por el deseo de venganza. Y dejarse llevar por un hombre así significaría perder la cabeza y el corazón para siempre.