Gabrielle sabe que los zapatos sientan bien a todas las mujeres, tengan la talla que tengan. Que calzada con unos stilettos cualquier chica puede sentirse capaz de comerse el mundo y, que las zapatillas adecuadas tienen el mismo efecto que un tacón de diez centímetros. Por ello ha escogido diseñar zapatos como medio de vida y, gracias a esa pasión que siente por lo que hace, su sello se ha convertido en la marca recurrente de millones de mujeres en todo el mundo.
Ahora está decidida a conquistar a la otra mitad de la población: los hombres. Y para ello necesita al modelo perfecto que encarne esa filosofía de vida que impregna sus diseños.
El problema es que se niega a mezclar el trabajo con el placer y, su nuevo modelo, está hecho para ser la horma perfecta de su zapato.