Sentar la cabeza no entraba en los planes de J.T. Hunt, hasta que su padre le dio un ultimátum. Ahora el soltero millonario necesitaba una esposa, pero había una condición: la mujer que se casara con él debía hacerlo por amor.
Amy Kelton no comprendía qué estaba pasando. Primero se quedaba atrapada en un ascensor con un guapísimo desconocido y ahora éste la elegía a ella, una simple secretaria, en lugar de a su eficiente hermanastra. Pero entonces descubrió el secreto de Jared y tuvo que tomar una decisión: ignorar los deseos de su corazón o aceptar el zapato de cristal que le ofrecía aquel guapísimo soltero.