Claro que conocía a aquella mujer, soñaba con ella todas las noches.
Para Spike Moriarty, Madeline Maguire representaba la perfección femenina. El día que se habían conocido, se había acercado a él y le había pedido que le enseñara sus tatuajes. Y Spike, un tipo duro que habría hecho temblar a cualquiera, había estado a punto de desmayarse. Pero la conexión que él sentía no era mutua, no podía serlo. Era imposible que Spike fuera el hombre que ella buscaba, un hombre entre un millón. Así que, mientras Madeline se lo permitiera, Spike le daría todo lo que ella deseara…