Jenna Bravo iba a casarse con su atractivo, aunque aburrido, novio de la adolescencia, pero antes tenía que resolver un asunto pendiente: divorciarse de su primer marido, al que había abandonado porque era un adicto al trabajo que siempre había antepuesto sus ambiciones a su matrimonio.
Pero Mack McGarrity, convertido en un irresistible millonario, le tenía reservada una sorpresa. Antes de divorciarse, Jenna debería pasar dos semanas a solas con él. Si transcurrido ese tiempo aún deseaba el divorcio, Mack se lo concedería.