Necesitamos hoy en España una verdadera cultura de la acogida. El fenónemo de la inmigración ha existido desde que guardamos memoria de nuestro pasado humano. La conciencia planetaria pide hoy superar los viejos esquemas del territorialismo excluyente de los nacionalismos, para abrir el horizonte al extranjero que llega. Si se acepta la libre circulación, la primera y prioritaria es la de las personas, no la del dinero.
Tenemos que promover políticas y actuaciones sociales que diseñen un nuevo edificio social, una nueva casa para todos, del extranjero también. Sí es posible otra manera de situarnos, de vivir, de manera que podamos compartir (sin anular) nuestras respectivas identidades.