El camino de Ignacio fue único, como es el camino al que Dios nos llama a cada uno de nosotros. No se trata de recorrer los pasos de otro, como quien cumple una promesa ajena. Se trata de que cada uno pueda adentrarse en su propio interior, buscando ser fiel a un amor que nos desborda y nos atrae, hasta llevarnos consigo. (…) Ignacio de Loyola, el Peregrino que nos presenta él mismo su aventura en este texto, 16 se sintió amado y nombrado por Dios. Y todo aquel que se atreva a enfrentar esta experiencia, sentirá lo mismo y tendrá que ponerse en camino para buscar también a Dios y para dejarse encontrar por él.