En la primera, Don Quijote acierta en el fin y yerra en los medios. Sancho, hombre de realidades, acierta en los medios, pero se equivoca en el fin. Las ventajas de uno son los defectos del otro. Sus figuras enamoran y causan risa, e incluso desprecio, y Cervantes escribe con ellas el gran libro de la cordura.
En
La vida es sueño, Calderón muestra a Segismundo, un príncipe que personifica dos posturas antagónicas ante el poder político: la vida como soberbia, maquiavélica, y la vida como sueño, donde triunfa el desengaño y la prudencia.