El ser humano puede estar en silencio por diversos motivos: porque no sabe qué decir, porque duda, está perplejo o asombrado, o porque siente curiosidad. Pero también hay silencio ante el suspense, el miedo o la vergüenza, el dolor o el amor… Hay "minutos de silencio", de relajación y yoga, minutos de oración… Hay silencio en la poesía, silencio ante la música o ante un cuadro...
El cultivo de la interioridad exige aprender a callar, a escuchar, y ese silencio puede y debe aprenderse, con más urgencia aún, en la sociedad del ruido.