El primer franquismo supuso para España una reacción en contra de la igualdad y la libertad, donde el género atravesó todos los ámbitos de la sociedad. Desde la historia de las masculinidades, se demuestra que las culturas políticas franquistas no concibieron para su país y sus hogares un único «Juan Español», personificación del hombre de a pie. Se explica cómo llegó a ser dominante una masculinidad mitad monje mitad soldado, hasta que fue superada por otra al final de estas dos décadas: el productor. Entre la autarquía y el desarrollismo, el trabajo nunca dejó de ser una cuestión relevante para regir las vidas de los españoles y las españolas, y sus relaciones cotidianas se jerarquizaron deforma radical desde el alineamiento de la dictadura de Franco con los fascismos hasta su aperturismo iliberal. Cualquier intento de comprender la autoridad, el poder y la violencia desde un enfoque de género resulta incompleto si no se atiende a la organización de sus distintas encarnaciones masculinas.