Memorial de Sololá
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En la introducción al Memorial de Sololá anuncia el autor que va a escribir las historias de sus antepasados, tal como ellos solían contarlas.
Así cuenta cómo llegó su pueblo, desde el otro lado del mar, a la legendaria Tulán, núcleo de las razas de México y Guatemala. Luego cómo, después de organizarse, los guerreros de las siete tribus emprendieron el viaje hacia el sur, buscando los montes y valles donde debían fijarse y prosperar bajo el Sol de la civilización.
En el Memorial de Sololá, llamado también Anales de los Kaqchikeles, se relatan distintos sucesos de la cultura maya caqchikel. Asimismo, se cuentan diversas historias de los antepasados mayas.
Los primeros escritos son autoría de Francisco Hernández Arana Xajilá y abarcan desde 1560 hasta 1583. Posteriormente su nieto Francisco Rojas continuó con tal cometido a partir de 1583 hasta 1604. El objetivo de Hernández era escribir la historia de su pueblo para preservarla, ya que él vivió los momentos de la Conquista.
El Memorial está dividido en dos partes, la primera hace referencia a lo mitológico o legendario. Toma en cuenta toda la parte ancestral, la creación, así como los linajes y las familias.
La segunda parte es más de carácter histórico y cronológico. Entre los hechos que se resaltan están los acontecimientos sucedidos entre los diversos señoríos indígenas. Igualmente, también se habla de la la Revolución de Iximché y la Conquista española.
Es interesante notar que el manuscrito cakchiquel, lo mismo que el Popol Vuh y demás documentos quichés y los Libros de Chilam Balam, señalan a la legendaria Tula como el centro de difusión de las razas que poblaron las tierras de la Península de Yucatán y el interior de la actual República de Guatemala. Aunque entre los arqueólogos e historiadores ha habido discrepancia acerca de la localización de Tula, hoy parece un hecho establecido que la ciudad prehistórica era la misma cuyas espléndidas ruinas se contemplan al norte de la capital de México, en el Estado de Hidalgo, en el centro de la zona de Tula-Jilotepec.
Adrián Recinos