La infancia es un tiempo mágico y decisivo. Retornar a ella renueva la vida de los adultos. Así lo defiende el autor citando a Novalis, Rousseau, Wilde y Chesterton, Rilke, Pessoa o Machado, entre otros. El cuento de Peter Pan representa el deseo de no perder la inocencia, la capacidad de imaginar y de creer. En el niño no hay inmadurez: tiene la madurez que corresponde a su edad. Regresar a esa edad es, en cierto sentido, recorrer felizmente la madurez.