La España del siglo XVIII no llama la atención por su grandeza o su capacidad creadora, sino por su prosperidad. El país no se había metido en grandes aventuras, y solo cabía esperar un tranquilo XIX. Sin embargo, entre 1808 y 1812 una serie de acontecimientos cambian el curso de la historia: un destronamiento coloca en el trono a Fernando VII; España es invadida por Napoleón y José Bonaparte se proclama rey de España; el pueblo se alza, iniciando la Guerra de lndependencia, y logra finalmente expulsar a los franceses; en Cádiz unas Cortes proclaman la primera Constitución española; una guerra simultánea, al otro lado del Atlántico, llevará a perder inmensos territorios, y contribuirá a la quiebra de la economía española.