La princesa Lili Brunner estaba deseando comportarse como una estadounidense normal y corriente entre los invitados a la inauguración de aquel museo. Y, aunque tenía algunos compromisos oficiales que debía cumplir, pensó que tampoco eran tan importantes. El problema fue que, en lugar de dedicarse a comer hamburguesas, Lili se sintió más atraída por Simon Tramyne, el conservador del museo. Desde el primer momento supo que aquel hombre escondía mucho más de lo que revelaba su aspecto. ¿Podría el beso de una princesa convertir a aquella rana en príncipe?