La señal del cristiano es la santa Cruz. Una señal llena de significado, que proporciona las claves para descubrir la hondura del amor divino, la gravedad del pecado y el sentido del sufrimiento humano.
Partiendo de las escenas del Via Crucis y con un estilo directo, el autor escribe en columna para favorecer el ritmo de la reflexión, sin la intención de hacer un poema. Complementan el texto una colección de Sonetos sobre la Pasión del Señor, y la traducción rimada de varios himnos eucarísticos.