Las manos blancas no ofenden es una farsa de amores cortesanos de Pedro Calderón de la Barca.
Esta obra juega con los límites del disfraz y del enredo amoroso en un contexto palatino. La protagonista Lisarda se transforma en Don César y César en Celia. Ambos persiguen a sus respectivos amados en la corte de Ursina. La obra se cierra cuando el protagonista renuncia a batirse en duelo con su agresor para lavar el honor, justifica el título que las manos blancas, de la mujer, no ofenden.
Esta obra fue una de las más célebres del autor. Se sabe que tuvo un gran número de representaciones, también numerosas ediciones durante los siglos XVII y XVIII. La primera de ellas es según Hartzenbuch de alrededor de 1640.