La figura ha sido un aspecto central para la pintura. En muchos ensayos recientes he intentado mostrar el conflicto entre la figura como propiedad fundamental de los objetos y la figura como médium de la pintura. El éxito o fracaso de una pintura ha dependido de su capacidad para conservarse, quedar impresa o resultar convincente como figura. Lo que está en juego en este conflicto es si las pinturas o los objetos en cuestión se perciben como pinturas o como objetos, y qué es lo que determina su identidad como pinturas al enfrentarse a la exigencia de que se conserven como figuras.