Discursos VI. Filípicas
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Los catorce discursos que forman las Filípicas, dirigidos contra Marco Antonio (que a la muerte de César se perfilaba como nuevo tirano), son los últimos del republicano Cicerón, y constituyen la suma y compendio de su excelencia oratoria.
Cicerón tituló el conjunto de catorce discursos que pronunció contra Marco Antonio Filípicas, denominación de cuatro discursos patrióticos que Demóstenes, el orador ático al que tanto admiraba, dirigió contra Filipo II, rey de Macedonia, porque advertía semejanzas y paralelismos en ambos contextos. Tras el asesinato de César en el 44 a.C. (que Cicerón celebró porque detestaba la tiranía cesarista, opuesta a sus valores republicanos), y después de unos meses de incertidumbres acerca de los posicionamientos de los principales actores en la política romana, Cicerón encabezó el partido senatorial (diezmado a causa de las luchas civiles), y se enfrentó a su enemigo Marco Antonio, el hombre que había intentado hacer rey a César y que se perfilaba ya como nuevo dictador, en la serie de las catorce Filípicas. En ellas Cicerón critica las actuaciones de Marco Antonio y logra que el Senado, tras intentar una salida negociada al conflicto entre éste y Décimo Bruto (negociación a la que Cicerón se opuso), termine poniéndose en contra de Antonio, quien es derrotado en Módena y declarado "enemigo de Roma". Pero con la formación del Segundo Triunvirato entre Octaviano, Lépido y Antonio y la rehabilitación política de este último, las Filípicas terminarán por costarle a Cicerón la vida: Marco Antonio ordena su ejecución, y que su cabeza y sus manos, que han escrito las Filípicas, sean expuestas en el Foro.
La fama de las Filípicas se debe tanto a las circunstancias que las rodearon como al propio texto. Sin embargo, desde el punto de vista estilístico marcan el apogeo de la elocuencia ciceroniana y en ellas encontramos juntos rasgos de todos los discursos anteriores. Su lengua constituye, además, un auténtico paradigma de la norma clásica. Su influencia ha calado en el idioma, donde filípica se ha convertido en nombre común con el significado, según María Moliner, de "reprensión extensa y violenta dirigida a alguien".