En el barrio de la infancia, los amores y los libros son intensos, la lectura no es un oficio módico sino la llave que abre puertas a otros mundos: las grandes librerías del centro, la vida literaria, la amistad o la enemistad con escritores y artistas. Pero al otro lado del puente que divide la ciudad o la propia vida en dos, hay más personajes imborrables: un padre cantor de tangos, una madre espiritista que es dueña de una biblioteca incendiaria, un abuelo que respira lecturas al oído, un club de fútbol donde un chico aprende a leer en vez de jugar.
Avellaneda profana es la geografía mítica de un escritor que persigue lo real en la memoria viva de la lengua.