Charlas de hospital se condensan casi treinta años de vida de alguien que todavía está recorriendo un largo camino como médico y como ser humano.
De personalidad vigorosa, Adrián Baranchuk moldea, marca rumbos e imprime actitudes con su presencia y enseñanzas. Pertenece a una generación que no se resignó solo a la fría práctica profesional, sino que se proyecta de manera generosa en la vida y en los sentimientos de los demás para cuidar, sanar y compartir las angustias y el dolor del otro.