Tallia Venables necesitaba un millonario. Brad Slinger cumplía todos los requisitos para un final feliz: alto, sexy, moreno e irresistible. Pero ella no buscaba un marido; lo que la bonita científica necesitaba era un inversor. Y Brad era su hombre... al menos en lo referente a su cuenta bancaria.
Pero en lo único en lo que él parecía interesado era en besarla hasta hacerle perder el sentido. De manera que Tallia decidió mantener al guapo soltero a raya. Todo iba bien... hasta que ella se enamoró. ¿Podía decirle a Brad que no era la mujer que él creía... sino la esposa con la que estaba soñando?