"Practicando puedo mejorarme cambiando mi acción día tras día, pero el único cambio real está en mí mismo".
Este pensamiento, que ha estado conmigo durante muchos años, es el resultado de las experiencias directas que se han desarrollado a lo largo de más de 60 años de práctica del Budo y otras artes japonesas.
La espada, el pincel, la taza de té, el arco, no son más que herramientas que nos estimulan y nos acompañan en una búsqueda que dura toda la vida.
Esta investigación toma forma concreta, no en méritos o glorias, sino, únicamente, en la superación de uno mismo como persona.
A través de la técnica aprendida es importante expresar lo que hay en nosotros: serenidad, sinceridad, amor y respeto por lo que nos rodea.