comunidad inuit al norte del vasto y gélido territorio de Nunavik, una región donde todo es demasiado hermoso o demasiado duro. Sus habitantes viven una realidad salpicada de violencia —una violencia cuyas principales víctimas son las mujeres—, alcoholismo, drogadicción, suicidio e incomprensión a la que los ha abocado el racismo institucional y la imposición de usos y costumbres occidentales.
Una chica del sur que, como las ocas, viaja a menudo hasta Salluit le habla a Eva, su amiga del norte desaparecida; su cuerpo yace en el fondo del fiordo, pero su espíritu está presente en todas partes. Juliana Léveillé-Trudel nos ofrece
una historia de amor y de amistad bella y abrupta como la tundra.