El discurso de la «teopoética», en general y particularmente en relación con la interpretación de la Escritura y la reflexión teológica, es aún un desarrollo reciente que surge de la intersección entre la teología y los estudios literarios, similar a la «espiritualidad bíblica», que brota de la intersección entre los estudios bíblicos y la espiritualidad, y a la «estética teológica», que tiene su origen en la intersección de la teología con todas las formas de estética: arte, literatura, música, etc. La razón de ser de la creciente importancia de la mediación de la estética en el quehacer teológico reside en el hecho del crepúsculo de los grandes relatos y de la fragilidad del discurso político. Lo simbólico y lo prerracional se aproxima más e interacciona mejor con la experiencia -incluida la experiencia religiosa- que con la experiencia racional y especulativa.