Hace solo algunos años, la educación de la interioridad se presentaba como un paradigma emergente. Desde entonces se ha ido constatando como una creciente necesidad, y hoy se percibe nítidamente como una oportunidad educativa completamente necesaria en los ámbitos escolares, y quizá también en otros. Precisamente por esa presencia normalizada en muchos centros escolares, los fundamentos de la educación de la interioridad deben ser clarificados y profundizados para que su aplicación no obedezca a una mera moda y no sea fruto de un momento, que acabará difuminándose o despareciendo en pro de otros proyectos o urgencias. Estamos convencidos de que este nuevo siglo y los retos que el mundo globalizado plantea hacen imprescindible el regreso al cultivo de la dimensión interior de las personas tanto en la familia como en la escuela.